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Pero este le dijo:

— ¡Dios es quien te golpeará a ti, grandísimo hipócrita! Estás sentado ahí para juzgarme conforme a la ley, ¿y conculcas la ley mandando que me golpeen?

— ¿Te atreves a insultar al sumo sacerdote de Dios? —preguntaron los asistentes—.

— Hermanos —respondió Pablo—, ignoraba que fuera el sumo sacerdote; efectivamente, la Escritura ordena: No maldecirás al jefe de tu pueblo.

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